Claudio Tolcachir dirige el premiado texto de Michael Frayn, que relata el encuentro de los físicos Niels Bohr y su exalumno Werner Heisenberg en 1941, con el proyecto de bomba atómica alemana como telón de fondo

Malena Gutiérrez completa el reparto de la obra, que se pone en escena mañana y el domingo en el Teatro Cervantes de Málaga

Emilio Gutiérrez Caba y Carlos Hipólito recrean en Copenhague un momento clave de la historia de la humanidad, el encuentro de los físicos Niels Bohr y su exalumno Werner Heisenberg en 1941, con el proyecto de bomba atómica alemana como telón de fondo. Claudio Tolcachir dirige el premiado texto de Michael Frayn, cuyo reparto completa Malena Gutiérrez y que se pone en escena mañana y el domingo en el Teatro Cervantes de Málaga (19.00 horas del sábado 12 y el domingo 13 de octubre. Entradas de 9 a 24 €).

Copenhague, un espectáculo “con empaque, buen acabado formal y un reparto de primera”, según contaba Javier Vallejo en Babelia, combina información histórica bien encajada con una trama en la que se habla de amistad, relaciones humanas y dilemas morales en tiempos oscuros. El montaje de Producciones Teatrales Contemporáneas descansa en las alabadas interpretaciones de Gutiérrez Caba como Niels Bohr, padre de la física atómica moderna y alineado con los norteamericanos, Hipólito en el rol de Werner Heisenberg, cerebro del programa nuclear alemán y su alumno predilecto, y Malena Gutiérrez en el papel de Margrethe, mujer del primero y una suerte de narradora que contextualiza la historia.

Teatro “de palabra” y “de reflexión”

Ejemplo de teatro “de palabra” y “de reflexión”, Copenhague es uno de los títulos más premiados de los últimos años. El argumento se centra en la famosa reunión de Bohr y Heisenberg en en la ocupada capital danesa. Todo son conjeturas sobre aquella misteriosa cita, en la que ambos, enemigos por la situación de sus dos países durante la Segunda Guerra Mundial, se asomaron al abismo técnico y a un más inmenso abismo ético, y que algunos han querido ver como decisiva para que la balanza de la contienda se inclinase a favor de los aliados, impidiendo la creación de la bomba atómica alemana.

Por razones que no están establecidas históricamente, estos dos gigantes de la ciencia mundial rompieron relaciones permanentemente después de este encuentro. El problema ético del uso de los avances en física teórica para el desarrollo de armamento nuclear es uno de los grandes temas de la obra, que también incide en la vertiente humana de la relación entre maestro y pupilo, ya que su ruptura causó gran revuelo en el mundo de la ciencia y produjo muchas especulaciones sobre sus razones. Es decir, Copenhague narra un momento clave en la historia de la ciencia y de la humanidad con un trasfondo y un enfoque netamente humanistas.

La obra según su director

““Interpreten todas mis afirmaciones como preguntas”. Niels Bohr

Un desafío mayúsculo y excitante.

Los que hacemos teatro nos reconocemos obsesivos, fanáticos, muchas veces monotemáticos y agotadores. Hay tantos misterios por resolver. Tan pocas certezas y tanto deseo de que el milagro secreto del descubrimiento aparezca una y otra vez frente a nosotros. En esto reconozco un parentesco enfermizo con los científicos. Mi madre lo es y crecí observándola apasionadamente inmersa en sus investigaciones. En mundos microscópicos que la desafiaban como a mí un texto teatral.

Este texto es así, así de fascinante. Así de complejo y excitante.

Sin duda es uno de los mejores textos del teatro contemporáneo.

Se sumerge en la cabeza de dos genios de la física cuántica. El núcleo del argumento se centra en el famoso encuentro entre los físicos Niels Bohr y Werner Heisenberg en 1941 en la ciudad de Copenhague, y nos permite espiarlos, descubrir, preguntar, pelear, competir, enfrentarse al abismo técnico y al inmenso abismo ético que implica la energía nuclear en plena guerra.

La fundamental presencia de Margrethe, la mujer de uno de ellos, nos sirve como puente para sumergirnos en ese mundo. Ella, como la mayoría de nosotros, no es física cuántica y su presencia obliga a los otros a ser irremediablemente claros en sus disquisiciones.

Así es que uno se descubre apasionadamente atrapado por estos personajes y sus obsesiones como si se tratara de un thriller científico, humano y ético.

Siento el enorme privilegio de poder montar una obra de esta envergadura. Sé que es de esos trabajos que se quedan grabados en la memoria.

No se puede soñar un elenco mejor para llevarlo a cabo.

Y si se trata en esta vida de aprender, arriesgar y amar el milagro del descubrimiento creo que estamos frente a la obra de nuestros sueños”.

Claudio Tolcachir